En el corazón de la industria se alza una misión,
proteger cada vida, cada esfuerzo, cada pasión.
Entre máquinas y manos que crean sin cesar,
la seguridad es un faro que no deja de brillar.
Un casco bien puesto, un arnés ajustado,
son más que herramientas, son un pacto firmado.
Guantes que resguardan, botas que previenen,
son los guardianes de sueños que siempre se mantienen.
No es un simple protocolo, ni un papel olvidado,
es el alma de un equipo que trabaja sincronizado.
Es el "alto" al descuido, el "cuidado" al andar,
es el "hazlo bien ahora", el nunca "lo voy a dejar pasar".
Porque cada chispa puede ser un amanecer,
o un riesgo latente que debemos prever.
Cada pasillo limpio, cada señal pintada,
es un paso hacia un mañana donde nada nos falta.
La seguridad no es un lujo, es un deber universal,
es cuidar al compañero y su bienestar integral.
Es la sonrisa de quien regresa a su hogar,
sabiendo que su esfuerzo lo pudo abrazar.
Así que alzamos la voz en este poema sencillo,
honrando a la seguridad, nuestro más fiel brillo.
En el corazón de la industria, con orgullo y razón,
trabajemos juntos, cuidando cada acción.
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